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Sevilla con todos los sentidos

Sevilla es una ciudad para caminar, tomarse algo, fotografiar, sentarse en un parque y para captar con los cinco sentidos. Oír el ritmo flamenco de su gente, oler las flores que la adornan en cualquier calle, saborear sus vinos y tapas, ver sus bellos monumentos y tocar el agua del Guadalquivir que le da vida.

La sevilla clásica

Una ruta por Sevilla ha de comenzar en el Barrio del Arenal. Allí admirarás algunos de sus monumentos más emblemáticos, como la fachada encalada y amarilla de la Plaza de Toros de la Maestranza y junto a ella la arquitectura barroca del Hospital de la Caridad.

En calesa o en barco

En esa zona verás numerosas calesas dispuestas a darte un paseo por las calles sevillanas. Y también podrás embarcar en un crucero fluvial por el Guadalquivir para disfrutar de una panorámica baja y diferente del casco antiguo sevillano. A bordo de esos barcos pasarás ante uno de los símbolos de la ciudad, la Torre del Oro. Su nombre ya nos indica que aquí se guardaba un tesoro, las riquezas que antaño llegaban desde las lejanas tierras americanas.

Callejeando por Sevilla

Pero si optas por hacer ese crucero, luego es imprescindible caminar y acercarse hasta los edificios vistos desde el agua. Es indispensable que te acerques hasta la Catedral. Uno de los templos más grandes de la Cristiandad, en cuyo exterior e interior puedes hacer un recorrido por gran parte de la historia del arte, desde los tiempos de dominio musulmán de la ciudad hasta casi nuestros días.

La giralda

La Catedral tiene como campanario el monumento más emblemático de la ciudad: La Giralda. Busca un buen ángulo para fotografiarla y evita el constante paso de turistas ante tu cámara para sacar en todo su esplendor esta torre en cuyas formas arquitectónicas se reúnen las religiones musulmanas y cristiana.

El Barrio de Santa Cruz

Tras buscar esa imagen habrás de tomarte un descanso, así que es hora de dirigirse al cercano Barrio de Santa Cruz. El más típico de la ciudad, un entramado de callejas, fachadas de cal, macetas y frescos patios de viviendas. Aprovecha alguno de esos patios reconvertidos en bares para tomarte un vino y una tapa, o dos. Es necesario recuperar fuerzas para seguir descubriendo Sevilla.

Los reales alcázares

Las opciones para continuar tu recorrido son varias. Una de las alternativas es visitar las fastuosas estancias de los Reales Alcázares originados en la Edad Media y transformados con el paso de los siglos. Si los recorres caminaras por salones y patios adonde siempre se lleva a los dignatarios extranjeros para sorprenderles con la riqueza patrimonial de la ciudad.

Un descanso en los jardines

Todavía te quedaría mucho por ver en Sevilla, pero no hay que abrumarse, hay que disfrutar. Para ello lo mejor es pasear a orillas del Guadalquivir o irse hasta los jardines de la ciudad y sentarse un rato a dejar pasar el tiempo. Podrás ir hasta el hermoso Parque de María Luisa y contemplar la Plaza de España, mientras buscas entre los miles de azulejos tu provincia de procedencia. O si buscas más tranquilidad visita los cercanos Jardines de Murillo, los cuales llevan el nombre de uno de los grandes pintores sevillanos. Y es que en Sevilla se respira arte por cualquier rincón.

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