Sin duda uno de los hitos más emblemáticos del paisaje barcelonés es el Monumento a Colón, punto final del tradicional paseo por las Ramblas. Es casi obligatorio recorrer este bulevar, en el que a cualquier hora del día o de la noche hay animación, por la cantidad de gente, los quioscos, las actuaciones callejeras y también por los muchos amigos de lo ajeno a la caza de incautos. El sentido más apropiado es descender desde la Plaza Cataluña hasta la estatua de Colón, situada prácticamente a orillas del mar.
El Monumento a Colom
La figura del descubridor del continente americano se eleva sobre una columna, y aunque la lógica nos diría que Cristóbal Colón debería señalar con su mano hacia el oeste, lo cierto es que es todo lo contrario. E indica la cercana presencia del Mediterráneo. Este monumento se inauguró en 1888, con motivo de la celebración en Barcelona de una Exposición Universal, y desde entonces es uno de los lugares más visitados de la urbe.
El Mirador de Colón
Llegando hasta los pies del monumento se puede ver cómo es posible ascender hasta su parte alta, incluso las personas con movilidad reducida, ya que esta atracción turística está adaptada para que les sea posible el acceso hasta el mirador, y así poder disfrutar de las amplias vistas panorámicas de la ciudad. Este mirador se ubica en la misma esfera que soporta la escultura, y hasta ella se accede por un ascensor que recorre el interior de la columna que sustenta todo el conjunto.
El Museu Marítim
Desde el Mirador de Colón, además de disfrutar de la zona vieja de Barcelona, también se puede otear el Port Vell y su entorno. Allí se encuentra el Museo Marítimo de Barcelona. Este museo se halla ubicado en lo que fueron las Reials Drassenes (las Reales Ataranzas), que no eran otra cosa que unos magníficos astilleros que se comenzaron a construirse en el siglo XIII y no fueron acabados hasta finales del XIV, como manifiesta su clara arquitectura gótica.
Pero si el edificio ya es sumamente interesante, aún más lo es la colección expuesta en Museu Marítim. De todo el conjunto destaca una réplica a tamaño real del buque insignia de don Juan de Austria, quién dirigió la famosa Batalla de Lepanto. El motivo es que ese barco se hizo en estos astilleros barceloneses. Pero la colección es mucho más amplia, con réplicas de otro tipo de barcos, así como infinidad de maquetas, reconstrucciones y dioramas que plasman la constante relación entre Barcelona y el mar.
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