Las Cataratas de Iguazú están consideradas una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo. Semejante galardón ya nos da una idea de que es un lugar increíble.
Las Cataratas de Iguazú están consideradas una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo. Semejante galardón ya nos da una idea de que es un lugar increíble. Obviamente lo más espectacular son los 2 kilómetros sucesivos de cataratas, pero el espacio protegido es mucho más amplio, por lo que se pueden pasar allí varias jornadas haciendo diferentes actividades y recorridos. Sin embargo, como lamentablemente todos viajamos con poco tiempo, nunca se puede disfrutar en profundidad de este trozo de jungla tropical que se desarrolla por territorio argentino y brasileño. Pero al menos hay que reservar dos días para visitarlas, aunque solo sea para contemplarlas desde las orillas de los dos países.
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Base de operaciones: Puerto Iguazú
El mejor lugar para instalarse durante esos dos días es la población de Puerto Iguazú, al norte de Argentina, y en la llamada triple frontera, ya que a escasa distancia ya se entra en territorio de Brasil y también de Paraguay.
De hecho, para visitar las Cataratas también uno se puede alojar Foz de Iguaçu (Brasil) o Ciudad del Este (Paraguay). Desde ambas hay conexión de autobús para las famosas cascadas, pero la ventaja de Puerto Iguazú es que es una población mucho más tranquila y segura, donde abundan tanto los hoteles, albergues y casas para dormir, como los restaurantes.
Primer día en las Cataratas de Iguazú
Desde la estación de buses de Puerto Iguazú salen casi de forma constante autobuses hacia la Cataratas. El trayecto es muy corto y nos deja a la misma entrada del Parque Nacional de Iguazú.
Allí se paga la entrada por acceder al interior del Parque. Ese ticket incluye poder adentrarse en el Centro de Visitantes, donde una exposición nos informa sobre todos los secretos ocultos en estos parajes de selva subtropical. Además la entrada también nos permite subir en un trenecito ecológico que nos acerca hasta las propias cataratas.
Ese tren nos deja en su última parada donde podemos optar por realizar el Circuito Inferior o el Superior. Si bien ambos en las inmediaciones de las espectaculares cataratas se pueden recorrer a lo largo del día.
Circuito Superior
El Circuito Superior lógicamente nos lleva a la parte alta de las Cataratas, donde unas pasarelas elevadas sobre el propio río Iguazú nos acercan hasta los saltos de agua. Desde ahí arriba se aprecia toda la brutalidad de este lugar. Impresionante ver caer litros y litros de agua por unas cascadas que llegan a alcanzar los 80 metros de altura en la llamada Garganta del Diablo.
El estruendo es impactante y la neblina que genera la caída del agua le da al paisaje un ambiente de aventura. Solo son capaces de atravesar esa neblina los cientos de vencejos que sobrevuelan el lugar, y que se han convertido en el símbolo del Parque Nacional de Iguazú.
Circuito Inferior
Después es posible retornar hacia el Circuito Inferior, allí nos esperan unos senderos perfectamente acondicionados que están rodeados por la exuberante vegetación tropical. No hay que salirse de esos caminos, porque allí viven peligrosos reptiles que nos pueden dar un buen susto, y es mejor no llegar a verlos. Lo que sí que se pueden ver es multitud de aves o monos caí. En cambio los grandes depredadores como el puma, el jaguar o los tapires difícilmente se contemplan y huyen de los humanos, afortunadamente para los hombres y para ellos mismos.
Tras recorrer los senderos del Circuito Inferior se llega al lecho del río para contemplar desde su base las Cataratas. Si desde arriba impresionan, lo mismo ocurre desde abajo. En el final de ese circuito es posible embarcarse en lanchas neumáticas que todavía nos aproximarán más a las Cataratas, si bien se quedan a una distancia prudencial, ya que en el pasado ha habido accidentes. También esas lanchas nos pueden llevar hasta un islote muy cercano, donde es posible darnos un baño en el río y alucinar con el paisaje que nos rodea. Ese es un buen final para un día intenso. Además es bueno refrescarse del intenso calor, antes de volver al trenecito que nos volverá a acercarnos hasta el autobús que nos devolverá a Puerto Iguazú.
Segundo día en las Cataratas de Iguazú
Hay que volver a la misma estación de autobuses de Puerto Iguazú y tomar el bus que lleva a Foz de Iguaçu, pero no hay que llegar hasta esa ciudad brasileña. Nos indicarán la parada donde hay que bajar, para tomar otro autobús ya en Brasil. Es recomendable haber cambiado antes de los pesos argentinos a los reales brasileños para poder pagar cualquier imprevisto.
En total es poco más de media hora de viaje, incluyendo el cruce de las fronteras entre los dos países, que dependiendo de la cantidad de viajeros puede ser un poco latoso, aunque merece la pena.
Al igual que en Argentina, la entrada al Parque Nacional do Iguaçu es de pago y también hay un centro de visitantes al inicio del recorrido. Si se ha visitado el día anterior en el otro parque, nos lo podemos ahorrar y embarcarnos directamente en los autocares que nos llevan a las cataratas.
Se llega hasta ellas y desde el lado brasileño se dispone de una mejor panorámica de todo el conjunto. Si en Argentina se aprecia toda su fuerza, aquí se descubre toda su belleza. Por eso es ideal verlas desde ambos países.
Los coatíes os dan la bienvenida
En la zona donde se acumulan los turistas también aparecen manadas de coatíes, un curioso mamífero de la jungla, ya acostumbrado a los humanos, a los que se acerca con el único objetivo de recibir comida. Hay múltiples carteles recomendando que no se debe dar comida a la fauna del parque, por dos motivos. Primero porque el tipo de comida que se les da no siempre va a ser la más apropiada para ellos. Y segundo porque se pueden volver agresivos entre ellos y también con los humanos.
Es mejor dedicarse a fotografiarlos, ya que casi posan para los visitantes. Las que también posan son las habituales iguanas que viven por allí. Eligen una roca y pasan horas inmóviles tomando el sol a la espera del algún insecto despistado que llevarse a la boca.
Para los más intrépidos
En el lado brasileño se puede disfrutar de las Cataratas de Iguazú con un poco más adrenalina. Es posible realizar descensos en rappel a escasa distancia de las cascadas. Toda una experiencia por las vistas que se contemplan, por las sensaciones del vertiginoso descenso y por la selva que se recorre para llegar hasta el punto de rappelar. Sin duda una aventura que recordar y el mejor sabor de boca tras pasar un par de días en las Cataratas de Iguazú.
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