Si viajas a Basilea, vas a llegar al norte de Suiza, a unos lugares donde confluyen las tierras y tradiciones helvéticas, francesas y alemanas. Y sobre todo a una zona que gran parte de su historia y también de su prosperidad se la debe a la presencia del río Rin. Su cauce, sus aguas y sus puentes seguro que van a ser los protagonistas de tu escapada a Basilea.
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BASILEA, A ORILLAS DEL RIN
LA GRAN BASILEA Y LA PEQUEÑA BASILEA
Son como dos ciudades en una. En la orilla izquierda del Rin está la Gran Basilea y en la derecha, la Pequeña. Como buenos vecinos, los enfrentamientos y envidias entre ellas son toda una tradición. Incluso hay monumentos que recuerdan las afrentas entre uno y otro, y durante el famoso Carnaval de Basilea, la enemistad entre ambas zonas siempre está presente. A ti, como turista, poco te va a importar esto, y vas a cruzar indiferentemente a una y otra orilla del Rin, atravesando los puentes históricos que unen las orillas. O también cruzando en los transbordadores que se mantienen en activo desde el siglo XIX.
DISFRUTAR DEL RIN
Este gran río es en sí un atractivo turístico. Si hace buen tiempo anímate a imitar a los lugareños, cuya piscina principal es el propio río. Te puedes dar un chapuzón y tumbarte en sus orillas a tomar el sol. También puedes ir a alguna de sus casas de baños. O si no eres muy de agua, entonces lo tuyo será hacer un crucero fluvial por el Rin y disponer de las hermosas vistas desde la embarcación. Así puedes llegar hasta el Dreiländereck, el punto exacto donde se unen (o se separan) Suiza, Francia y Alemania. Allí hay un puerto donde verás grandes embarcaciones que tomarán rumbo al Mar del Norte, siguiendo el curso del río. Y si prefieres tierra firme, tienes que pasear por el romántico barrio de St. Alban, con canalillos del río unidos por callejas de lo más pintoresco.
LOS ORÍGENES Y EL PRESENTE DE BASILEA
Sorprende saber que la fundación de la ciudad se debe al establecimiento de un campamento de legionarios romanos. Si deseas saber más de cómo llegaron hasta aquí, acércate hasta el yacimiento de Augusta Raurica, muy bien conservado y uno de los más espectaculares al norte de los Alpes. Desde aquellos orígenes, la ciudad ha cambiado muchísimo, y sorprende comprobar lo bien que conjuga su historia con su aspecto urbano muy moderno, en cuya concepción han participado algunos de los arquitectos más prestigiosos de nuestros días, a cuyo talento se deben edificios como la Feria de Basilea o el Vitra Design Museum.
LOS MUSEOS DE BASILEA
Este museo dedicado al diseño, es emblemático del carácter contemporáneo de la ciudad, pero hay infinidad en la urbe. Está el Kunstmuseum Basel, la Fundación Beyeler, el museo de las caricaturas, el de los juguetes, el de farmacia, o el de historia natural. Cuando llegues a la ciudad, acude a una oficina de turismo y comprueba la larga lista de espacios expositivos que posee. Será muy, pero que muy difícil, que no encuentres alguno que no te apetezca ver.
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