Cuenca

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Destino diferente y único: Cuenca

Si has visitado Cuenca no hace falta decirte que es sorprendente. A pesar de su tamaño pequeño, aunque no figura en los puestos más altos de los rankings turísticos, pese a no poseer la fama de otros destinos hispanos, lo cierto es que Cuenca posee peculiaridades que la convierten en una ciudad distinta a cualquier otra. Si las has visitado ya lo sabes, y si no lo has hecho. ¿A qué esperas?

Monumentos únicos

Al llegar Cuenca comprobarás que la ciudad está totalmente dividida en dos. De forma clara y contundente. Por una parte está la zona baja, la moderna donde vive y trabaja gran parte de la población. Y por otra parte está la ciudad alta, el casco viejo, completamente ajeno al paso del tiempo. Si te acercas hasta el barranco del Huécar, verás la panorámica típica del núcleo antiguo, alzado sobre el roquedo, con apariencia de lugar inalcanzable para las novedades del siglo XXI.

La Catedral de Santa María la Mayor

Dentro del casco antiguo el edificio más destacado es su Catedral. Por supuesto, como todo en Cuenca posee su aura de ser algo único. Un monumento que se construyó en tiempos del Románico, allá por finales del siglo XII, pero con formas del Gótico futuro, a las que se les añadió unos toques del arte normando. Más singular imposible. ¿A qué se deben esas influencias inglesas en plena Castilla La Mancha? Cuenca fue conquistada a los musulmanes por Alfonso VII de Castilla casado con Leonor de Plantagenet, hija del rey inglés, a la que acompañaba un séquito de caballeros normandos que aportaron sus conocimientos en la construcción de la Catedral.

Las Casas Colgadas

Estas casas son la imagen conquense. Su origen es incierto, y por eso lo que no confirman los historiadores se convierte en objeto de leyenda. Muchas las rodean, pero si hay dos certezas. Primera, su equilibrio sobre el barranco posee una atracción de vértigo. Y segunda, en dos de ellas está el Museo de Arte Abstracto Español con obras de ilustres artistas del siglo XX como Tapies, Chillida o Saura. En fin, una fusión entre edificios únicos envueltos en leyenda y repletos de arte de primera fila. No podía ocurrir en otro sitio que no fuera Cuenca.

Más monumentos de Cuenca

El caso antiguo conquense es para pasear con buen calzado, porque no es llano precisamente. Pero ese subir y bajar merece la pena para ver un sinfín de iglesias, conventos, casonas y palacios, que la convierten en un conjunto monumental que la UNESCO declaró como Patrimonio de la Humanidad.

Hora de comer

En Cuenca todo tiene su personalidad. Al ver las cartas de los restaurantes o las pizarras de los bares de tapas, leerás zarajos, atascaburras, morteruelo o moje. No sabrás que es cada cosa, pero atrévete a pedirlo sin miedo. También leerás gazpacho serrano. El nombre te suena, pero cualquier parecido con el gazpacho que conoces es imposible. Es más, visualmente si se parece a algo es a una tortilla de patata. Y sin embargo, no tiene huevo. En realidad son patatas, tortas de cenceña, migas de carne de gallina o de liebre, y las respectivas especias. O sea, tan peculiar como es Cuenca.

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