A Japón no se va todos los días. Un destino caro y lejano, por eso quiénes lo visitan quieren aprovechar al máximo su estancia y ver cuantas más cosas, mejor. Cada cual es libre de viajar como crea conveniente. Pero puede ser un error visitar ese país con prisas acumulando ciudades en la cámara de fotos. Es mejor disfrutar de un lugar con la atención que merece, no en vano estamos hablando de las culturas más ceremoniosas que uno imagine y es bueno imitarlos en ese aspecto. Por otro lado, aunque Japón parezca pequeño en la lejanía y escala de un mapa, se trata de un archipiélago bastante amplio, donde abundan los lugares atractivos. Y entre ellos hay una ciudad que merece una estancia larga: Kyoto.
¿Por qué Kyoto?
Respuesta sencilla. Es la ciudad más monumental del país. Es la ciudad imperial por antonomasia y la densidad de palacios, templos y jardines es inabordable. Aquí va un listado de los templos visitables, tanto en el centro como en los barrios aledaños: Higanshi-Honganji, Toji, Nishi-Honganji, Sanjusangendo, Yasaka Jinja, Kinyomizudera, Kinkajuki, Ryoanji, Daitokoji, Nanseji,….. y muchos más. A cada cual más interesante y entre todos forman un conjunto integrante del Patrimonio de la Humanidad.
Y a esa arquitectura religiosa sintoísta se suman las villas palaciegas, dominadas por la presencia del Palacio Imperial en el mismo centro de la ciudad, un canto a las formas más simples, que contrastan con el tono más suntuoso del Castillo Nijo.
Autorizaciones oficiales para las visitas
También son grandes exponentes de la más bella arquitectura de la historia de Japón las villas imperiales de Katsura y de Shugakuin, ambas paradisiacos lugares de retiro de diversos emperadores nipones. Si deseas visitarlas, planéalo con tiempo (esto es Japón, y la improvisación aquí no es virtud). Para hacer la visita guiada tendrás que solicitar la autorización a la Agencia de la Casa Imperial. Por suerte, lo puedes hacer por internet, porque según las visitas previstas, no dan permiso de un día para otro.
El Barrio de Gion
Tanto el Palacio Imperial rodeado por los jardines de Kyoto Gyoen como el Castillo Nijo, así como alguno de los templos citados están en este barrio céntrico. Pero sus atractivos van más allá. Aquí se huele y siente la tradición. Es uno de los pocos sitios en el que verás, con relativa facilidad a las maiko, aprendices de geisha. En el mismo barrio tienes que ir a Shijo-Kawaramachi, un nombre largo pero de explicación sencilla, ya que no es más que la intersección de dos grandes calles, Shijo y Kawaramachi. Es la mayor zona comercial de la ciudad. Aquí llenarás tu mochila con compras de todo tipo y tu mente se empapará del espíritu más cortés y ceremonioso local, porque cualquier establecimiento te dará un tratamiento exquisito, casi excesivo. Pero es que en Kyoto se palpa la tradición más ancestral del país, y además lo descubrirás plasmado en muchas de sus manifestaciones culturales. Especialmente si vas a Gion Corner. Allí puedes visitar el teatro donde se celebran espectáculos tradicionales, desde las marionetas a conciertos de arpa koto o danzas típicas, sin olvidar la ceremonia del té o el arte de los arreglos florales. Son esencias del pueblo japonés y merece la pena que lo contemples, aunque no acabes de comprenderlos.
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