Lisboa

GUÍA DE LISBOA

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Posiblemente si pasas unos días de vacaciones a Lisboa tengas en el centro tu hotel o la pensao (pensiones para los que viajan con menos lujos). Si deseas escaparte unas horas del centro más bullicioso y dejar de subir y bajar las cuestas que unen los distintos barrios, acércate hasta el barrio de Belém. Para ello, toma el tranvía 15 en la Praça de Figueira. Es uno de los tranvías modernos, no de los antiguos y encantadores a los que les habrás hecho ya mil fotografías. Este tranvía recorrerá unos cuantos kilómetros, siempre a orillas del Tajo hasta llegar a Belém, de lo más cuidado que puedes visitar en Lisboa.

El barrio de Belém en Lisboa

La torre de Belém

Uno de los emblemas del barrio, de la ciudad y de Portugal es la Torre de Belém. Una construcción que ahora puedes visitar sin mojarte con el agua del río, pero que originalmente se construyó en el propio cauce del Tajo, para desde ahí servir como atalaya de vigilancia de la costa. Para ti será un mirador ideal para descubrir el inmenso Puente 25 de Abril que une ambas orillas del estuario del río y que tiene a gala llevar la fecha en la que se alzó la romántica Revolución de los Claveles.

El monumento a los descubridores

Si sigues paseando por el río pronto llegarás hasta este monumento. En él se evocan los momentos de máximo esplendor de la historia lusa. Muchas guías se dedican a identificar cada uno de los 21 personajes históricos que están labrados en la piedra. Una piedra que tiene forma de proa de un barco aludiendo al imperio marítimo que tuvo el país y cuyas expediciones partían más menos desde el mismo emplazamiento donde nos encontramos.

CENTRO CULTURAL DE BELÉM

Girando a nuestras espaldas y atravesando la avenida por la que hemos llegado en el tranvía, tenemos la opción de pasar un rato de relax en los Jardines históricos de la Praça do Imperio. Mucho ojo. Tanto aquí, como en el propio tranvía hay que estar muy atento a los abundantes carteristas. Otra opción es acercaros hasta el Centro Cultural de Belém una instalación moderna en la que tal vez se muestre una exposición de tu interés coincidiendo con las fechas de tu viaje.

El Monasterio de los Jerónimos

Todo lo descrito anteriormente ya da por bien empleada la visita a Belém, pero todavía os queda por ver lo más impresionante de todo: el Monasterio de los Jerónimos. Una obra del siglo XVI que promovió el rey Manuel I, él mismo que impulsó los descubrimientos portugueses.  En este monasterio, sobre todo en su claustro, podrás ver un estilo artístico que lleva su nombre, el estilo manuelino, y que está caracterizado por sus ornamentos, siempre vinculados al mar como son los relieves en forma de sogas, anclas, esferas armilares y la omnipresente letra M, como anagrama del monarca.

Para acabar, un dulce

Después de pasear por el arte y la historia te queda una última parada, en una vieja pastelería donde cada día hacen miles de pasteis de belem. Un dulce a base de bollo, crema y canela con algún otro ingrediente secreto y por supuesto en porcentajes que solo saben los maestros pasteleros del lugar. Los lamineros devoraréis varios, y seguro que queréis comprar una caja para llevaros en casa. Podéis hacerlo allí mismo, pero no os van saber igual fuera de los salones decimonónicos de esta pastelería.

Lisboa y sus colinas

Si viajas a la capital de Portugal hay algo que no te puedes olvidar en casa: un calzado cómodo. Lisboa se asienta entre siete colinas, como tantas otras grandes ciudades europeas. Y por eso para ir de un barrio a otro vas a tener que subir y bajar de forma constante. Está claro que también dispones de transporte público para desplazarte, especialmente recomendable es hacerse varios viajes en los achacosos tranvías de madera que recorren el centro. Pero aún así, las caminatas son obligadas para saborear la atmósfera lisboeta más típica, ese ambiente entre decadente y melancólico que lo envuelve todo a ritmo de fado.

La Baixa

Este es el centro propiamente dicho de Lisboa, la zona baja entre colinas que comunica la ciudad con el Tajo. Allí están las monumentales plazas del Comercio y la del Rossio, donde también encontrarás una decoradísima estación de ferrocarril para desplazarte. Este barrio es el más elegante de la ciudad y el más distinto. Una retícula ordenada de calles frente al caos laberíntico de su entorno. Y con calles que se llaman Rua del Oro y de la Plata, paralelas a la Rua Augusta. Es decir, lo más señorial de la capital, donde abundan las grandilocuentes estatuas de gobernantes y las construcciones elegantes, bien distinto a lo que encontrarás en los barrios históricos más próximos.

El Chiado

Precisamente en la Baixa encontrarás el Elevador de Santa Justa. Una obra de ingeniería que inspirada por Gustave Eiffel, o eso dicen, aunque no está comprobada su autoría. Este espectacular ascensor urbano de los primeros años del siglo XX te llevará hasta el barrio del Chiado, hasta la plaza del Carmo, donde se contemplan algunos de los restos arqueológicos más interesantes de la ciudad. Hablar del Chiado sin citar a Fernando Pessoa es imposible. Todo aquí huele a su literatura, y toda su literatura huele al Chiado.

La Alfama

Esta colina se encuentra al otro lado de la Baixa. Por ella hay que caminar, hasta perderse, eso sí siempre ascendiendo. De esa manera aunque tengas mala orientación siempre llegarás hasta la cumbre donde hallarás dos de los monumentos históricos más antiguos de la ciudad. El Castelo de San Jorge y la Catedral, conocida como la Sé, y que aunque es una iglesia, se parece más a una fortaleza medieval.

Hay otras muchas iglesias en la Alfama, pero sobre todo hay dos miradores espectaculares sobre la ciudad, el de Santa Lucía y el de la Portas do Sol. Desde ambos dispones de una amplísima panorámica de los tejados de la ciudad y del estuario del Tajo. Solo por esas vistas ya merece la pena subir hasta aquí. Y para bajar, ahora sí, busca una parada de tranvía y desciende sentado en sus incómodos pero pintorescos asientos de madera.

Ajuda

Busca una combinación de tranvía que te lleve hasta el barrio de Ajuda, ligeramente apartado del centro. No obstante, el recorrido hasta allí te mostrará gran parte de la historia de la ciudad, y además llegarás al Palacio Nacional de Ajuda, antigua residencia real de la monarquía lusa, y ahora uno de sus mayores atractivos monumentales, tanto por su ostentosa arquitectura y el mucho arte que salvaguarda en sus estancias, como por el inspirador jardín botánico que hay en su zona externa. Una delicia y un contraste brutal con las calles que has recorrido para llegar hasta aquí.

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